miércoles, 4 de julio de 2007

La Cultura como estrategia o como medio de legitimización.











* Publicada en Identidad, El Mexicano

Vianka R. Santana
derechocultural@yahoo.com.mx


Justo en los primeros días de la semana y en ése compás de espera por la resolución del Tribunal Federal Electoral con respecto al caso Hank - Aztiazarán, parece que finalmente las voces de algunos sectores de la comunidad cultural, empezaron a escucharse.

Sin asombro pudimos leer este pasado lunes una carta (de un cuarto de plana) publicada en el periódico Frontera, donde 15 artistas y promotores culturales hicieran un efusivo llamado a la opinión pública y las autoridades federales, por haber sido violentados en su derecho a ejercer su voto el próximo 5 de agosto, toda vez que se quedaron sin sus candidatos a Alcalde y Gobernador.

Pero independientemente de la obvia inclinación priísta de los que suscriben – ya que como ciudadanos cada quien es libre de hacer la elección política que mejor le convenga-, lo que llama la atención es justamente el perfil de estas 15 personas, en su mayoría representantes acreditados ante el COPLADEM y en algunos casos incluso Consejeros Ciudadanos ante la Junta de Gobierno del IMAC. Y tal vez no sería de llamar la atención si se tratara de artistas y promotores caracterizados por preocuparse por que al IMAC no se le recorte el presupuesto por ejemplo, o que en su momento no hubieran votado a favor de aquella iniciativa de instalar en el nuevo Palacio de la Cultura las oficinas del Registro Civil, o si se tratara de creadores sin una estrecha relación (casi laboral) con el propio Instituto Municipal de Arte y Cultura. Porque bajo es óptica, pareciera que se trata de una inserción pagada por el propio Ayuntamiento o el IMAC, en un intento de ofrecer un “aval” legitimador a quienes en su momento no cumplieron ni concluyeron con el encargo institucional que les fue conferido.

Porque no hay que olvidar que aunque parecía que ya no habría forma de golpear más a la cultura –como sucedió en el trienio de González Reyes-, la administración de la marea roja resultó confundir el desarrollo cultural con las cabalgatas de reyes y la charrería. En este periodo –al que si bien debe reconocerse los avances en la restauración del Palacio de la Cultura- hay que recordar los intentos por desaparecer el IMAC, por la imposición de funcionarios, la considerable reducción del presupuesto a la cultura e incluso al Instituto de la Mujer ( a pesar de ser el ‘animal favorito” ), y desde luego las concesiones evidentes a los empresarios que ahora negocian con los puentes y hasta con el sistema de multas en las vías rápidas.

Es por eso que resulta tan extraño que algunos artistas se duelan de tan sensible pérdida, tratándose sobre todo de un personaje que no se ha caracterizado por su sensibilidad cultural, por su sentido del respeto a la ley o las instituciones y sobre todo, que ha sistemáticamente llevado al IMAC a una reducción permanente de sus recursos y autonomía, con el beneplácito de cuatro consejeros ciudadanos -que a pesar de su buena voluntad no conocen cómo funcionan las cosas del arte y la cultura en Tijuana, ni mucho menos conocen a los creadores- y por otro lado, con la complicidad de un Regidor Presidente de la Comisión de Cultura y Bibliotecas que no ha hecho nada por mejorar las condiciones del IMAC en el Cabildo y que se ha caracterizado en los últimos meses, por estar muy ocupado cambiando de vocación política y en el ejercicio de olvidar a quienes con su voto lo llevaron a donde ahora se encuentra.

Y no hay que perder de vista que quien parecía poseer la “receta” para mejorar la ciudad, no se ocupó en ningún momento de hacer alguna declaración o propuesta en firme ( a pesar de contar con un medio de difusión permanente en los diarios –entiéndase la hoja de “la receta”) de cómo trabajar por el desarrollo cultural de Tijuana.

Tal vez en las próximas semanas habremos de ver más expresiones como esta, en las que personajes como Javier Bátiz (no precisamente conocido por su participación en foros, debates o argumentaciones sobre el desarrollo cultural), Alejandro Keys, Juan Zúñiga o Guillermo Castaño alzan su enérgica voz defendiendo sus derechos ciudadanos; lo que realmente sería extraordinario sería verlos en una Junta del Copladem, en un Foro de análisis, en un esfuerzo crítico del sistema que ha reducido las capacidades y las atribuciones de nuestra institución de cultura municipal, o lanzando una propuesta de cómo mejorar las condiciones culturales en la ciudad.

Celebro la energía de los que durante mucho tiempo se han reconcentrado en el ejercicio de su propia creación sin el menor interés por aportar algo a la comunidad cultural en su conjunto (que no sea su propia obra) y que ahora se revelan como nuevos defensores de la legalidad, la justicia y el derecho ciudadano.
Ojalá esa energía les permita en lo próximo, vincularse también con otras causas importantes como la defensa real del patrimonio cultural, el rescate de nuestras tres instituciones de cultura –secuestradas por las formas del centralismo, la distribución desigual de los recursos y la indiferencia hacia ciertos sectores de la comunidad artística y cultural-, pero sobre todo, por la causa más importante en este momento histórico: Tijuana.

Este 5 de agosto cada cual asumirá la responsabilidad de su sufragio, cada cual (idealmente) actuará en consecuencia a una reflexión personal sobre lo que juzgue mejor para los tijuanenses y los bajacalifornianos, pero más allá de las posturas personales, los lazos laborales, fraternales o las deudas, cada cual deberá tener presente que estaremos eligiendo el destino de esta ciudad a la que nos debemos y pertenecemos.