viernes, 16 de marzo de 2007

De megalomanía, megaproyectos y megabibliotecas













-las herencias del centralismo-
*Nota Publicada por Suplemento Identidad de El Mexicano






por Vianka R. Santana
derechocultural@yahoo.com.mx

Tal parece que las erráticas políticas públicas proclives al centralismo que encontraron mayor resonancia durante el periodo de Fox, finalmente le dan la razón a los críticos y la sociedad civil que en su momento se manifestaron contra los megaproyectos de la denominada “alternancia”.

Con la característica megalomanía y falta de sensibilidad social que le caracterizó, dio entrada a proyectos que por su sola naturaleza violentaban cuestiones patrimoniales y de cobertura social, en una evidente confusión entre el significado antagónico entre cobertura de los derechos y asistencialismo.

Siguiendo la gastada premisa neoliberal, el sexenio anterior avaló un ejercicio de recursos centralizado, donde las prioridades aparentes, respondieron al final de cuentas, al empeño de mantener (pese a todo) la continuidad de un poder que pudiendo ser legítimo, acabó deslegitimándose en su persistente ejercicio despótico y cínicamente antidemocrático.

Tras el señuelo de los grandes cambios y un discurso populista al estilo Coca Cola Company, la iniciativa privada, los intereses extranjeros y la rapiña oficial, coincidieron en la urgencia de activar negocios emergentes que a la vuelta de seis años (o menos), confirmarían lo que era obvio desde entonces: la falta de compromiso con el pueblo mexicano.

Así, siguiendo esta lógica y sin mayor diagnóstico o interés real por subsanar de fondo los problemas de la miseria y la vulnerabilidad social, se activaron megaproyectos desde el Istmo hasta la Península de Baja California, de tal suerte que capitales como el de Sempra, Shell, Maratón Oil, etc, pudieron acceder a territorios clasificados desde 1991 por el INAH como sitios arqueológicos, para articular su proyecto de regasificadora a solo 22 kilómetros de Ensenada. De igual manera a inicios del periodo anterior, 38 iraníes con el aval federal y montados en sus unidades patrocinadas por la General Motors, pudieron llevar a cabo un rally eco turístico en la reserva de la Biosfera de Montes Azules Chiapas, donde los agobiados tzotziles han dado en denominar con el apelativo de una deidad oscura (Pukuj), a los extranjeros y recurrentes saqueadores de la biodiversidad de la zona.

Sin embargo, tal parece que todo el territorio nacional ha sido la oca sobre la cual arrojan los dados los dueños de los monopolios de México. La escalera naútica, proyecto de ecoturismo y resorts para la península, ha no solo encarecido la tierra, sino que representa un atentado contra zonas patrimoniales, además de contradecir el proyecto (igualmente lesivo) de las plantas industriales, lo que muestra que el único proyecto real y articulado que subyace es el dinero.

Durante seis años debimos acostumbrarnos a las grandes ocurrencias contradictorias, leímos a ocho columnas “México: hacia un país de lectores”, y después tuvimos que admitir que seguíamos entre los últimos de la lista, mientras incrementaban el precio al libro, y comprobábamos que para la pareja presidencial daba lo mismo en literatura Borges que el Dalai Lama.

Supimos de la negligencia y la corrupción en los procesos de verificación de condiciones laborales en las minas, y asistimos al duelo permanente de ciudad Juárez, y no sonreímos ante las cortinas de humo como el repentino arresto domiciliario de Echeverría, ni nos convencieron que de que era mejor darles bicicletas a los niños para que atravesaran la montaña en vez de ponerles escuelas en sus comunidades. Y ni todas las primarias tuvieron luz, mucho menos computadoras, y la Enciclopedia (aun después de seis años) siguen en su mayoría los maestros sin saber cómo usarla.

Aceptamos con resignación (porque no había forma de cambiar las cosas) la presencia de Sari Bermudez en CONACULTA y el consecuente reparto de cuotas de campaña en las demás instancias de cultura. Y mientras la “viajera frecuente” jugaba su rol en la comedia de enredos del sexenio, fuimos testigos de proyectos que no tenían mayor motivación, que la de conseguir un impacto mediático.

En consecuencia, la inauguración de la Megabiblioteca José Vasconcelos – en la que por cierto ese día afuera se manifestaba la sociedad contra los sucesos de Atenco-, mientras que dentro y en la notoria ausencia deliberada de los intelectuales significativos del país, Fox se llenaba la boca con aquello de que “mientras más se conozca, más dará de qué hablar a nivel mundial”.
Y así fue, a menos de un año de haberse abierto al público, se anuncia que debido a su enorme vulnerabilidad ante fenómenos meteorológicos y sus defectos notables en la estructura (baños, ascensores, así como instalaciones eléctricas sin terminar), será cerrada temporalmente a partir de hoy 18 de marzo, no habiendo aun fecha tentativa de reapertura.
Y con destino semejante el megaproyecto del Centro Nacional para el Desarrollo de Talentos y Alto Rendimiento, inaugurado apenas el 28 de noviembre, y que en enero ya presentaba visibles fallas en su estructura.

Todo ello nos remite a una obligada pregunta: Qué otro megaproyecto expondrá sus grietas y fracturas este año?. Tal parece que el destino de los proyectos emergentes, es lograr sobrevivir al efímero instante de la autocongratulación gubernamental.

De esta forma, lo que se vio como un intento forzado por hacer de Fox un paladín de la cultura y un estratega de los megaproyectos, terminó siendo una broma de mal gusto, como lo son todavía hoy sus arrebatos de honestidad (llámese cinismo) ante el público internacional que por alguna misteriosa e inexplicable razón acude a sus conferencias en el extranjero.

Sin embargo el cuento desafortunadamente no ha concluido, y no podremos cerrar gustosos el libro pensando que los mexicanos “vivieron felices para siempre”.
De modo que existe un segundo capítulo -que bien podría denominarse “la fuerza del poder reiterado y el dinero”-. Parece que tenemos historia para rato, y aunque seguramente se avecinan aventuras por sorprendernos, ya tenemos clara la lista del reparto.

Finalmente, mientras las compañías de telefonía, servicios televisivos y conexión inalámbrica se arrebatan las migas en el intento desesperado de gozar de las bondades del “triple play” (otorgadas por obra y gracia de las reformas a la Ley de Radio y Televisión), los dueños del duopolio disfrutan de los dividendos que su aportación a las campañas sucias les dejaron.

Todavía no sabemos si habremos de seguir contando con ese toque de humor presidencial al que nos habían acostumbrado, lo que queda muy claro, es que hay una importante distancia entre las cosas del arte y la cultura, con respecto a la lógica castrense con que parecen querer echar a andar las cosas.

Habrá que ver cómo seguirán evolucionando los megaproyectos, mientras reparan los edificios y la credibilidad maltrecha que nos resta.


Tiempo de elecciones en Baja California, está por empezar el juego de los spots, la guerra televisiva, las descalificaciones y la compra-venta de simpatizantes. Habrá que ver a qué nuevos escenarios nos puede conducir el asombro… si es que aun puede asombrarnos algo.


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