viernes, 23 de marzo de 2007

Legisladores, Sociedad Civil y Comunidad Cultural



-Fragmentos de todo y de nada-

*Publicada por Suplemento Identidad, Periódico El Mexicano.


por Vianka R. Santana
Derechocultural@yahoo.com.mx
El 21 de marzo inició la segunda edición de la Convención Nacional Democrática con la concurrencia de delegados de todos los municipios, comunidades y estados de la república. Una vez más, el brazo inconforme de la sociedad civil organizada, se reúne para discutir los temas que muchos de los legisladores, parecen haber excluído deliberadamente de la agenda nacional.

Evidentemente el diálogo parlamentario no ha logrado concilio en torno al asunto del compromiso social, por lo que una vez más, los mexicanos recibimos la noticia de una nueva modificación de ley, en este caso la del ISSSTE, que gracias en buena medida al movimiento de las fuerzas de la Capitana Gordillo que logró una vez más aliarse al segmento más corrompido del priísmo, consiguió una rápida aprobación aun con el voto en contra de los legisladores de la izquierda, (reentiéndase “izquierda” por los legisladores del Frente Amplio Progresista, ya que la proclamada izquierda de Alternativa Social ha mostrado con rapidez su capacidad empática con AN y el PRI. De modo que gracias al voto de 333 legisladores y a pesar de los 146 votos en contra, Elba Esther tiene una nueva prerrogativa ante el denominado Pensionissste, que manejará el recurso de las “afores”. Así, al día de hoy los tiempos para pensionarse y las condiciones, dejarán en una cada vez más vulnerable situación a los trabajadores que hoy gozan de esta cobertura social -que dicho sea de paso- debiera ser otorgada a todos los mexicanos de conformidad al derecho internacional y los compromisos adquiridos por México desde 1966, al suscribir el Pacto Internacional de los Derechos Económicos Sociales y Culturales.

Sin embargo los nuevos sujetos de la política nacional, las organizaciones no gubernamentales, así como los individuos preocupados y ocupados en proponer nuevas rutas de análisis y trabajo legislativo, se dieron cita para abordar temas sustantivos en el marco de la legitimidad que les confiere su derecho constitucional a participar de la construcción de las políticas públicas.

Pero tal parece que las sorpresas serán un recurso común en la lógica de este sexenio. Por estos mismos días somos espectadores de una desatada y febril guerra entre los ultra conservadores que defienden el derecho a la vida y se oponen furiosamente a la despenalización del aborto en el Distrito Federal (olvidando el alto índice de violaciones, violencia doméstica y adicciones), mientras en el lado opuesto de la imagen, mujeres, y organizaciones independientes, manifiestan su respaldo al tema que se debate en la Asamblea Legislativa. Fuerzas antagónicas confrontadas de manera abierta, y para mediar las aguas, las declaraciones poco afortunadas (podrían ser de otra forma?) del jefe del Ejecutivo, quien abiertamente toma partido en el tema. Luego entonces, la balanza de la sensibilidad social, nuevamente se inclina por el peso de los intereses y los compromisos políticos adquiridos en tiempos de campaña.

Pero Baja California no está exenta de novedades, con pequeñas gotas de tendencioso manejo informativo, los tijuanenses estamos siendo prevenidos – o avisados- sobre los cambios factibles en torno al tema del agua. Así, de una nota sugerente de una posible distribución en “tandeos” es decir, racionada en 8 horas de servicio por 24 que tiene un día, pasamos a la noticia del expreso interés de inversionistas extranjeros en adquirir la franquicia (si puede así decírsele) de una privatización que parece de pronto aparecer en la agenda local.

Y aunque pareciera que las modificaciones a una ley de pensiones o una posible privatización no inciden directamente en el tema de la cultura, habría que recordar que ésta es la columna vertebral de toda construcción social. Es la cultura una síntesis de todos los procesos con que nos expresamos e interrelacionamos, es el lenguaje manifiesto de las relaciones de poder que se dan entre gobierno y ciudadanía, y es también la manifestación ciudadana pasiva o activa ante los sucesos cotidianos.

De esta suerte y en este orden de ideas, el devenir de la cultura suele estar sujeto al azar de las contradicciones políticas, donde comúnmente el acontecimiento artístico y cultural es visto por los gobiernos como un tema secundario, aleatorio, pero no lo suficientemente decisivo como para incluirlo en la agenda legislativa con toda la importancia que tiene.

Tal vez por eso cuando escuchamos que una nueva ley de pensiones afectará a los trabajadores, el artista (ya sea creador o ejecutante) se siente ajeno al tema, acaso porque se le ha olvidado o no sabe que tiene derecho a cobertura social es decir, a vivienda y a salud, o tal vez, porque la intermitencia de sus compromisos laborales le ha hecho pensar que no tiene derecho a ello. Pero habría que recordar que un artista es igualmente sujeto de derecho que cualquier otro ciudadano, el asunto es que pareciera que a buena parte de la comunidad cultural no le interesara involucrarse en los temas políticos –olvidando acaso que el arte lleva implícita siempre una postura política del ciudadano que la crea o la articula-.

Los tiempos parecen exigir cada vez más de la atención de los creadores a temas que en apariencia se salen de la lógica del arte y de los territorios de la sensibilidad, ya que el creador posee precisamente una capacidad especial para decantar los acontecimientos y sublimarlos, reflexionarlos o transferirlos a niveles de abstracción o configuración estética.

Por ello, la necesidad de una participación crítica y activa de los intelectuales y los artistas es crucial, ahora, en este tiempo en que las decisiones que nos afectarán los próximos decenios están en el aire, dispersas, como lanzados bolos en manos de un aprendiz de prestidigitador.

Así como Tijuana cada día se dibuja como un epicentro artístico, con ello viene la exigencia de una comunidad cultural dispuesta ha asumir el nuevo reto: estar al tanto. Ya que mientras los creadores sigan invistiendo de una autoridad incuestionable a todos aquellos funcionarios públicos cuyo encargo es la difusión y la promoción de la cultura, seguiremos abonando al centralismo, al fortalecimiento de los pequeños cotos de poder y al uso discrecional de los recursos.

Mientras los artistas se sigan conformando con hacer y deshacer el futuro cultural de Tijuana en las mesas de discusión habituales en los Samborns, sin acercarse al escrutinio real y sin manifestar abiertamente sus inconformidades así como su reconocimiento; seguiremos contando con funcionarios distantes y recluídos en el regodeo acrítico de sí mismos.

La participación social no es competencia exclusiva de las organizaciones no gubernamentales, las asociaciones civiles o los colectivos estructurados. La participación social si bien es un derecho también es un compromiso y una responsabilidad individual implícita en todo quehacer social donde el arte no es ni puede ser un ámbito aparte.

Cada día tenemos una nueva oportunidad de sorprendernos con las decisiones institucionales, ahora sabemos que se puede ser juez y parte es decir, asesor y beneficiario de un comité teatral –que no honorario- que decide el destino de los recursos de lo que antes fuera CAEN y participa celebratoriamente de una nueva estructura que define en cierto modo el destino de la comunidad teatral.

Cada día tenemos más de un motivo para reflexionar sobre la condición del artista, para detenernos sin asombro en acontecimientos como aquel del fallido intento de reventar una Muestra Nacional de Teatro –porque no fueron incluidos en la agenda- y que ahora sean justamente los llamados por la instancia (entonces, agresora?) a ser parte activa de una nueva estrategia institucional como directores y productores de escena.

Cada día, hay más de una oportunidad para constatar que mientras sigamos cruzados de brazos, habrá muchos otros que estén dispuestos a entrar al juego de las complicidades con que las instituciones más tarde nustificarán su encargo. Y entonces, seguiremos viendo los mismos rostros cada año en la entrega de las becas estatales, asistiremos a la centésima publicación editorial del mismo autor, y aplaudiremos a los miembros de los consejos consultivos que se pasearán en los cervantinos y publicarán, expondrán, viajarán al extranjero y accederán a nuevos espacios, gracias a la contemplación pasiva de los que optaron por quedarse en el café reconstruyendo imaginariamente el mundo, mientras otros se montaban sobre él.

Sirva la anterior reflexión –que sin ánimo de ofensa alguna- busca recordar amablemente a los compañeros de la comunidad creativa y creadora de Tijuana, lo valioso e importante que sería, que en algún momento dejarán de mirar tanto hacia dentro y expresaran abiertamente su valioso punto de vista.

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