domingo, 12 de agosto de 2007

Ciudad de Origen: Tijuana













Primero de la Serie
*Publicado en Suplemento Identidad, Periódico El Mexicano



Por Vianka R. Santana
derechocultural@yahoo.com.mx

Tal parece que a veces es preciso hacer un alto y poner distancia, para mirar a la ciudad con nuevos ojos. Tal parece que en algún tramo de la búsqueda, se nos hacen estrechos los lugares y migrar más que una necesidad se nos vuelve consigna.
Acaso por eso se van o por eso vuelven, acaso nos movemos al interior de una comunidad que nos ahoga y desencanta, con la misma intensidad con que ejerce su poder sobre nosotros. Así, desde lejos, uno puede asomarse a la ciudad como atisbando por una rendija y advertir –sin conmociones- cómo es que cambia, olvida, y desconoce.

Tijuana, tierra de migrantes en continuo éxodo, tierra de contrastes: frontera habitada por el arte efímero, la improvisación creativa, la genialidad soluble, pero también; ciudad de origen de creadores que han trascendido las distancias con trazos de color, danza, histrionismo, con música, con palabras.

Y a veces pareciera que es la misma ciudad quien los expulsa, la misma que les imputa salir, buscar, abrir nuevas brechas, establecer nuevos paradigmas o romper las reglas. Sin embargo, los que se van, los que se han ido y los que recién se alejan, viajan con la ciudad a cuestas. Los que se van llevan en la maleta su paisaje propio: su bordo, su centro, su conjunción de reverberancias que sin duda, les permite desdoblar su casa para sobrevivir al caos, aun en los tiempos mas solitarios o adversos.

Pero los que se van, no se van para desaparecer, acaso se van para poder ser vistos –en la confirmación de la premisa de que nadie es profeta en su tierra-, o tal vez, en la intención de recuperarse a sí mismos a la distancia de los propios referentes.
Y así, en ese ir y venir, en ese partir y estar de vuelta, una gran cantidad de artistas y creadores se han quedado atrapados en la inercia capitalina, buscando posicionar sus propuestas, sus concepciones estéticas y sus voces.

La ciudad de México nos acoge a todos, caótica, acelerada, diversa, multidimensional. Nos abre los brazos con generosidad y con recelo, y nosotros, inmersos en el tráfico de mundos, nos buscamos incesantemente como espejos para reconocernos.

Dramaturgos, directores de escena, músicos, pintores, fotógrafos, actores, escritores, periodistas, poetas, bailarines, coreógrafos, directores de cine, guionistas, promotores culturales, instaladores, escultores, cantantes, compositores, músicos, quimeristas, tijuanenses todos, con nuevas formas de percibir la ciudad origen, con nuevas formas de concebir la dimensión del trabajo propio.

Aquí están, en alguna parte y en lo suyo: Federico Campbell, Rosina Conde, Ignacio de la Lama, Naomi, Carlos Valencia, Ricardo Graciano, Carlos Altamirano, Julieta Venegas, Héctor Jiménez y muchos otros… todos trabajando bajo una misma consigna: crear y hacer visible su huella.
La búsqueda apenas empieza, abro el periódico y me encuentro con que en el Café 22 de la Condesa se presenta los martes Carlos Valencia, que Graciano prepara una nueva exposición de esculturas y que Altamirano está ahora mismo filmando fuera un encargo de la televisión francesa. Entonces que saco la brújula, pero invariablemente apunta hacia Tijuana –como si la aguja imantada solo quisiera mirar al Norte-, desdoblo el mapa complicado de la ciudad capital y empiezo a recorrer las calles en busca de sus ecos, pero aunque evidentemente el Distrito Federal es grande, seguramente será fácil reconocerlos.

Apenas empieza el viaje, y ya puedo comprobar con nostalgia, que es preciso salir de casa, para darse cuenta de que uno es pequeño. Creo que tomaré un microbús, acaso por ahí, perdido o disperso me encuentre con el primero….

No hay comentarios: