domingo, 7 de octubre de 2007

Ricardo Graciano


Ciudad de Origen: Tijuana
* Nota publicada por Suplemento Identidad Periódico El Mexicano.

Catorce años atrás, Ricardo Graciano era un prometedor actor miembro del polémico Taller de Teatro Clásico de la U.A.B.C, que daba vida al personaje de Garcín en la puesta en escena de “A Puerta Cerrada” de Jean Paul Sastre.
Discípulo del maestro Carlos Castro y con un noble oficio familiar aprendido, Graciano creaba objetos y muebles de madera de gran belleza, que bien hacían las veces de elementos escenográficos o piezas de arte-objeto. Con una entonces marcada influencia por los maestros del Quattrocento – por quienes siempre tuvo gran admiración-, Ricardo recreaba madonas y retablos que sin duda le fueron reforzando sus habilidades innatas para las artes plásticas.
Sin embargo, un día –al igual que muchos otros- encontró que Tijuana ya no le significaba el espacio necesario para su creación y búsqueda, y decidió marcharse a la ciudad de México.

La obra de Graciano hay que verla necesariamente por etapas: la de las escenografías y los grandes elementos teatrales que llenaron el espacio en montajes de ópera y teatro del maestro Juan José Gurrola o de espectáculos de danza, después el trabajo como diseñador de espacios interiores haciendo reproducciones de muebles de época y aderezando muros con tintas de gran formato con las batallas de Alejandro Magno, y ahora; la etapa de un artista que de entre tantas vocaciones e influencias ha encontrado su propio rostro, su propia estética e identidad creadora. Hoy en día la obra de Graciano no se parece a nada y es el testimonio de un artista que ha alcanzado la madurez creativa.

Ricardo coincidió recientemente con dos creadores tijuanenses (Franco Méndez Calvillo y Mario Castillo) en una exposición colectiva dedicada a Tijuana, que inaugurara el Festival Internacional de las Artes de Naucalpan en el Estado de México. Ahí, por primera vez acaso, su obra –tanto tiempo guardada- vio la luz y el público pudo reconocer inmediatamente que no se trataba de un creador emergente sino de un sólido artista.

Anima Atémpore, qué momento representa en tu carrera artística?
Anima Atépore fue la oportunidad de mostrar a un público vasto un poco de mi necesidad creadora en este preciso momento en el que trabajo con mucha claridad. Hace tiempo, aun estando en Tijuana, un maestro me decía que la creación nace de la experiencia, no solo de la idea ni el talento y tenía razón. Es asombroso como a través de vivir años, tu visión de todo es ya no es sino una visión conglomerada de emociones, llena, que hierve de posibilidades, de ideas que se agolpan por salir, de ansias de expresar, de crear… de hacer.

Cómo es un día de trabajo para Graciano?
Mi día de trabajo comienza aun antes de amanecer. Cuando tengo un proyecto en la cabeza regularmente la emoción por comenzar es mayor que mi sueño o cansancio, las ideas de creación son sorpresivas e inesperadas, a veces aparecen en medio del sueño, de una discusión o un paseo… Es como si fueran cuajando en la cabeza, de pronto se atraviesa la noche, yo espero, detallando ansioso las ideas mentalmente mientras va amaneciendo, de manera que cuando el sol esta pleno, mi ritmo de trabajo ya no se detiene a meditar u organizar nada. Para entonces la idea ha sido valorada en la cama, y ya en el taller los movimientos tienen una dirección clara. Regularmente trabajo desde temprano y hasta que quedo harto de mi creatividad de ese día sin atender a nada mas, ni la puerta, ni el teléfono, ni compromisos, a veces ni los alimentos a tiempo; pues hay una especie de invasión creativa que se adueña de todo, -mala costumbre trabajar hasta agotarme lo sé- pero he descubierto que algunos nos movemos con el agotamiento como fuente y nos funciona.

Cómo artista plástico y visual, cuáles han sido tus mayores satisfacciones?
Es innegable que estar exhibiendo tu obra en sitios abiertos a un público que busca opciones visuales te satisface, te impulsa la creatividad, te mantiene empeñoso por el logro… pero para mí, es aun más gratificante cuando la gente desea adquirir alguna pieza mía, pues eso certifica que no fui un divertimento cultural de domingo en la tarde, sino que a alguien le ha parecido tan significativo lo que hago, que desea tenerlo cerca, vivir con el, en su casa, en su mundo diario. Eso nos acerca y me llena de más entusiasmo creador.

Si tuvieras que hablar de una corriente estilística o de un artista que haya “inspirado tu trabajo” a qué o quién harías referencia?
Te voy a contar algo: me recuerdo de 8 años recortando el único libro de arte renacentista que en mi casa había, a escondidas, debajo de la enorme mesa del comedor que nunca se usaba, temeroso pero atrevido. Ahí -so pena de ser castigado- llenaba y forraba cajas de zapatos con figuras de Giovanni Batista, El Verrochio, Fra Filipo Lippi, Piero della Francesca y otros pintores que me causaban entre miedo y fascinación, es decir… adoración. Ahí me nació la emoción por el realismo, por el estudio de los movimientos anímicos como tema, y naturalmente por el hombre, como centro de mi propuesta. Años después -a los 16-, cuando ya sabia que era lo que deseaba hacer, estudié y me metí más a conocer a otros artistas del pasado, en decenas de libros que ya adolescente y trabajando, compraba con lo que ganaba… así me formé como pintor, y me fui de Tijuana a buscar mas. Y al venir a la ciudad de México a los 20 años, una tarde en el Munal tuve un encuentro muy significativo: descubrí en una sala exhibiéndose una figura fantástica, desnuda, doliente, en sufrimiento pero a la vez sensual, mórbida, era una pieza de Javier Marín -la primera que veía yo una escultura suya-, me movió tanto, pues vi otras posibilidades de creación y una especie de resumen de mil emociones en una sola obra. Desde entonces me decidí a hacer escultura, algo que siempre había deseado e intentado a ratos, trabajar con volúmenes y formas más reales, menos engaño al ojo y más sensaciones táctiles; estar en contacto directo. Las manos y el material te acerca aun más a la obra, a su significado final… y hoy es lo que más disfruto hacer.

Cómo defines tu obra?
Creo que lo que hago es fuerte y lleno de complejidades. Como complejo es todo el mecanismo interno que tenemos y que nos mueve. Me gusta todo lo terreno, lo humano, que avanza, se complica, ama, accede, regresa, sube y cae… en esa lucha, siempre en la búsqueda del entendimiento. Los materiales que uso -madera, barro y metal- son también parte de esto terreno… que nos acerca.

Por lo regular los artistas tiene sus constantes temáticas, cuál podría decirse que es la tuya? Me mueve el amor, el desamor, la pasión… el desasosiego interno, el sentirse pedido, el encuentro constante, el deseo, el miedo, el rechazo; fantásticas cosas todas que suceden dentro del espíritu humano. Y que son los materiales primarios en mi visión, que se externa en barro y madera sensibles. Hay una serie de procesos desde dentro que se convierten en emoción… hacia afuera, en sentimiento, en vida. Me gusta tener al hombre como motivo de creación, me parece hermoso todo el universo, pero la complejidad de los seres humanos me da mucho mas material para producir… y me hace conocerme y entender un poco más de mí y de los otros; es como un círculo que retroalimenta.

Cuáles es tu proyecto a largo plazo?
Seguir aprendiendo y produciendo.

En qué propuesta trabajas actualmente?
Actualmente tengo un proyecto para realizar este mismo año, y presentarlo en el 2008, también figura humana. Es una idea que deseo realizar en formato tamaño natural, la medida del hombre me gusta, y estamos en pláticas con otro pintor amigo, Eduardo Paulín, con quien posiblemente trabaje en conjunto.

Tienes planeado volver a Tijuana con algún proyecto artístico?
Pero claro!, con varios proyectos. Tijuana es un sitio al que debo, necesito regresar es decir, mi formación primera fue ahí. Cuando me fui estaba la ciudad en un proceso de crecimiento en todos sentidos y ahora, mas sólida, deseo visitarla y mostrar a los Tijuanenses lo que he recopilado en estos años de mi quehacer en el arte. Creo que los Tijuanenses están deseosos de ver y apreciar, y me gustaría ser parte de eso.

Aquí en el DF cuáles podrías decir que han sido tus mejores o más gratificantes experiencias como artista? Naturalmente las muestras que he tenido han sito gratas, ponerte al lado del público que admira lo que uno hace, escuchar sus comentarios y saber que uno está dando algo a otros y el saber que gente tiene obra mía, que siguen adquiriendo y corriendo la voz. Como te decía hace un rato, que conviven a diario con ella en su espacio y les hace la vida mas amable, es para mi muy gratificante.

En el panorama del desarrollo cultural, cómo ubicas personalmente a Tijuana?
Creo que Tijuana aunque una ciudad joven, es un sitio de desarrollo en ebullición. Desde mis tiempos allá notaba empuje por todos lados, y en el quehacer artístico, también se ha visto mucho ánimo siempre. Sé que actualmente Tijuana está aun mas al día en belleza, en necesidad de arte y en posibilidades tanto de instituciones como de público que desea hacer y ver más. Me gustará mucho -ahora que regrese yo con alguna muestra- ver ése movimiento tan comentado en el plano creativo. Los Tijuanenses nos merecemos calidad, darla y adquirirla; somos un pueblo trabajador y sé que estamos logrando mucho, pues es solo así con trabajo, se hace todo.

Graciano es un artista plástico visual completo, su obra no se limita a la escultura o la pintura, ha incursionado también en el ámbito fotográfico, en la creación escenográfica, en el diseño de espacios y en la construcción de piezas de arte-objeto. Es además un melómano y un ávido lector con quien se pueden discutir y comentar temas tan diversos como disímbolos. Es un amante de la historia y un sujeto muy autocrítico con respecto a su propio quehacer artístico. Tuve la fortuna de conocerlo hace 24 años, de convivir con él cuando ambos pensábamos que el teatro representaba la gran conmoción y el único destino posible en nuestras vidas, cuando aun no pasábamos por la lectura de tantos libros, ni atisbábamos a un tercio de la visión de la creación artística. Ahora, a la vuelta de los años, de las vivencias y de los encuentros con otras formas de arte, coincidimos de nuevo en la mesa de café –ya sin la emoción desbordada por el teatro- y concluimos que hay algo que persiste, que no cambia y no se agota en el artista: la necesidad de explorar y encontrar una identidad estética y creadora, dentro del amplio universo del quehacer artístico.

Nada me gustaría más para un artista como Ricardo Graciano, que saber de un pronto interés manifiesto por su obra en la tierra que le dio origen: Tijuana.


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